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jueves, 14 de diciembre de 2017

On diciembre 14, 2017 by macubo   No comments

¿Quién mató a Kennedy?

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John F. Kennedy y su esposa, Jackie, en Dallas momentos antes del magnicidio. / Ken features. El País
Muchos son los episodios de la historia de la humanidad cuya verdad lo más probable es que nunca se sabrá. Uno de ellos es el asesinato de John Fitzgerald Kennedy en Dallas el 22 de noviembre de 1963.
A los pocos días del magnicidio, el 29 de noviembre, el nuevo presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, establecía una comisión para investigar sus circunstancias: The President’s Commission on the Assassination of President Kennedy, más conocida como Comisión Warren por ser su presidente Earl Warren, magistrado y presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos.
Diez meses después, el 27 de septiembre de 1964 –hoy, pues, se cumplen 52 años– esta hacía público un informe que concluía con que Lee Harvey Oswald había sido el único responsable del atentado. Es decir, que había actuado solo.
Desde el primer momento el informe de la Comisión Warren solo satisfizo a los ya convencidos y las críticas se multiplicaron desde todas las instancias. Y es que más que resolver el enigma lo que en realidad logró fue todo lo contrario. Muy pocos creyeron que Oswald llevó a cabo el asesinato de Kennedy en solitario como afirmaba la comisión. Lo que, por otra parte, no era nada nuevo. Meses antes, entre marzo y abril de 1964, la revista española Triunfo publicó a lo largo de cinco semanas –conjuntamente con el semanario francés L’Express– un informe elaborado por Thomas G. Buchanan cuyo título general era “Los asesinatos de Kennedy” que contenía una minuciosa y detallada información, muy bien argumentada y escrita, en la que cuestionaba las conclusiones a que había llegado la Comisión Warren.
Buchanan era un ingeniero estadounidense que trabaja en la sede de la IBM en París. Colaboraba en L’Express y había recalado en la capital gala tras ser despedido del The Washington Star en 1948 por estar afiliado al Partido Comunista de América. Minucioso y exhaustivo, su informe desmontaba la práctica totalidad de las conclusiones de la Comisión Warren. Y eso que era previo. Veamos algunas de sus principales cuestionamientos.
Una bala que supuestamente dispara Oswald desde un piso del depósito de libros en que trabajaba atraviesa la cabeza del presidente, por detrás. Sale por el cuello, hace un enorme agujero en el parabrisas y aparece después en la camilla de Kennedy casi intacta. No resulta muy creíble. Otra bala le hiere en la espalda, pero los cirujanos que tratan de salvarle de la vida no se dan cuenta. ¡Vaya profesionales! Se olvidaron de dar la vuelta al cuerpo. ¿No es también increíble?
Luego está el tema de la puntería de Oswald. En su día, el ejército de Estados Unidos lo calificó de tirador mediocre. ¡Menos mal que era mediocre! El mediocre resulta ser según la Comisión Warren uno de los mejores tiradores del mundo, capaz de dar en el blanco a tanta distancia y además con un fusil semiautomático que tuvo que cargar dos veces. Y para todo ello dispuso solamente de cinco segundos y medio. Difícil también creer algo así.
Esto nos lleva a la hipótesis de que al menos había dos asesinos. Si así es, ¿cómo se las apañó el segundo asesino para escapar? Nada más ser alcanzado el presidente por los disparos, se acordonó y registró el edificio. No había duda de que desde allí habían salido los tiros. Con quinientos hombres rodeando el edificio ¿cómo escapa nadie? A no ser que llevara uniforme de policía.
Habrán oído más de una vez aquello de averigua a quién beneficia el crimen y sabrás quién fue el asesino. La política exterior de Kennedy, su intento de coexistencia pacífica con la Unión Soviética y la decisión de retirar las tropas de Vietnam en 1965 implicaba una drástica reducción de los beneficios de la industria armamentística. Además, para algunos miembros del alto mando del ejército esta política era una muestra de debilidad, una rendición en toda regla. Kennedy quería normalizar las relaciones con la Unión Soviética y era consciente de los intereses que había detrás de los que se oponían a cualquier pacto con “el enemigo”. Por ello recortó el poder de la CIA quitándoles el control de las operaciones paramilitares secretas a favor del Departamento de Defensa.
Por otra parte, no se entiende que un viaje oficial del presidente tuviera tantos fallos de seguridad, impropios de la Casa Blanca. El itinerario era de por sí poco seguro, y encima iban en un coche descubierto. ¿Cómo no creer en un complot para acabar con su vida en el que estuvieran implicadas altas instancias de la Administración?
Y la autopsia misma. ¿Quién realizó la autopsia? El médico personal de Kennedy, representante de la familia, fue expulsado de la morgue y de la autopsia se encargaron tres forenses sin experiencia supervisados en todo momento por altos mandos militares.
En 1976 se estableció un Comité Selecto de la Cámara sobre Asesinatos (US House of Representatives Select Committee on Assassinations) para investigar los asesinatos de Kennedy y de Martin Luther King, otro que tampoco está nada claro. En julio de 1979 hizo público un informe en el que se decía que ambos asesinatos, “probablemente”, eso sí, fueron el resultado de sendas conspiraciones: la primera, la que terminó con la vida de Kennedy, obra de miembros de la mafia; la que mató a Luther King de hombres de negocios de ideología ultraderechista. Al mismo tiempo, eliminaba cualquier sospecha de que la CIA y la FBI estuviesen implicados.
Según este comité, Oswald había tenido numerosas conexiones con Carlos Marcello, un conocido padrino de la mafia de Nueva Orleans. Y también las tuvo el asesino de Oswald, Jack Ruby, muy vinculado al sindicato del crimen, concretamente a Sam Giancana, el jefe de la mafia de Chicago, que fue asesinado en junio de 1975. Otras pistas conducían a Santos Trafficante, padrino de la organización en Tampa (Florida). Sin embargo, uno y otro negaron cualquier implicación.
Poco antes de su muerte, acaecida en 2007, el agente de la CIA Everette Howard Hunt dijo que el asesinato de Kennedy era obra de un complot organizado por varios altos mandos de la CIA, un plan al que se refirió como The Big Event, cuyo autor intelectual habría sido el propio Lyndon B. Johnson. Así lo explicaba el diario digital español El Confidencial en un artículo titulado “El hombre clave en el asesinato de Kennedy y lo que dejó grabado en vídeo antes de morir” (29 de noviembre de 2015):

“En 2003, Saint John [hijo de Hunt] logró convencer a su padre para que contara todo lo que sabía sobre el asesinato de JFK, después de que este hubiera intentando vender su historia, sin éxito, a Kevin Costner, que, siempre según su hijo, le había prometido una enorme suma de dinero por el secreto que nunca aportó.
En los cuatro años que le quedaban de vida, Hunt se dejó entrevistar en vídeo por su hijo, que contó con la ayuda del escritor y especialista en el asesinato de JFK Eric Hamburg, y dejó decenas de notas manuscritas además de unas abultadas memorias. En las entrevistas (…) se puede ver al viejo espía en sus horas más bajas, tratando de revelar lo que sabe sin dejar al descubierto las miserias de su familia, sus antiguas lealtades profesionales ‘y lo poco que quedaba de su buen nombre’.
Tras la muerte de Hunt, su hijo ofreció las grabaciones a los grandes medios estadounidenses, pero muy pocos se interesaron por ellas. Un productor de 60 Minutes –el más exitoso programa informativo de la televisión estadounidense (…)– se pasó días estudiando el material, pero la historia fue abortada por la dirección. Al final, sólo Rolling Stone y un puñado de medios alternativos llevaron a portada las revelaciones de Hunt. El libro que Saint John publicó sobre su padre, Bond of Secrecy (Trine Day), no recibió apenas promoción ni atención”.
ACA LES DEJO UN DOCUMENTAL DONDE ANALIZAN QUIEN MATO A KENEDY

Así pues, ¿quién mató a Kennedy? Me temo que, como decía al principio, nunca se sabrá a ciencia cierta. Como tampoco –y ¡ojalá me equivoque– puede que nunca se sepa la verdad de los hechos de Iguala (México, Estado de Guerrero), en los que ‘desparecieron’ 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa (257 km. al sureste de Iguala) hace ya dos años.

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